lunes, 15 de noviembre de 2010
DÍMELO A LA CARA DESPIDE A DÍAZ FERRÁN CON “EL ENTIERRO DEL BESUGO”
Este carnavalesco personaje, que Valle Inclán no hubiera sacado en sus esperpentos por considerarlo demasiado exagerado, se merece sin dudarlo un adiós que esté a su altura. Por este motivo, DÍMELO A LA CARA le ha preparado todo un ENTIERRO DEL BESUGO, ya que trabajando más y cobrando menos, no nos da para sardinas.
Sí que habrá plañideras, que vendrán en representación de las principales empresas españolas, las más afectadas por la marcha de Gerardo. Tampoco puede faltar el clero, tan ligado espiritualmente a la muy piadosa patronal, así como las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que siempre han procurado mantener protegido a Gerardo de esos trabajadores a los que nadie protege del todavía mandamás de la patronal.
Durante el entierro del besugo se leerá un discurso en sincero homenaje a Gerardo, al mismo tiempo que se deseará nueva suerte a su besugo sucesor, del que se espera que conserve la gracia dicharachera de nuestro gran líder.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Ellos no son liberados
La historia de los empleados de UPS es uno de los mejores ejemplos de por qué hay que ir a la huelga general del próximo 29 de septiembre. Resulta que esta multinacional había intentado recortar la plantilla nada menos que tres veces en los últimos dos años a través de la presentación de Expedientes de Regulación de Empleo. Hasta el momento no había podido lograrlo debido al rechazo de las autoridades laborales en dos ocasiones.
El tercero de los expedientes presentados estaba todavía en tramitación a finales del pasado mes de julio, poco después de que entrara en vigor, a través de un decreto ley, la reforma laboral. Circunstancia que fue aprovechada por la empresa para retirar el expediente y echar a la calle a nueve personas a través de la fórmula del despido objetivo de 20 días, que ahora será de mucho más fácil aplicación que antes de la reforma laboral. A la semana siguiente, otras nueve personas fueron despedidas por el mismo procedimiento. Por cierto, UPS obtuvo en el primer semestre del año unas ganancias netas de 1.378 millones de dólares, un 63% más que en el mismo periodo del año anterior.
Este es un claro ejemplo de por qué la reforma laboral supone un atentado contra los derechos de los trabajadores. UPS es un símbolo de lo que va a ocurrir en cientos, o quizá miles de empresas, y a un número que me temo que será escandaloso de trabajadores. Cualquier trabajador o trabajadora que fuera consciente de esta realidad entendería que es necesario ir a la huelga general. Pero muchos de ellos no lo harán, y lo argumentan diciendo que los dos grandes sindicatos mayoritarios les han traicionado y no merecen su apoyo, y añaden además que Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo son unos sinvergüenzas. Incluso hay quienes se consideran muy de izquierdas al sostener este planteamiento.
No seré yo, militante anarcosindicalista, quien defienda a las cúpulas de los sindicatos de concertación. Pero sí que creo que es necesario hacer una gran objeción a este tipo de excusas, pues excusas son. Esta objeción radica en el hecho de que este currito de a pie, que se considera tan cargado de razones, suele gozar de una situación personal que está mucho más cercana a la de cualquiera de los afectados por los despidos de UPS que a la de los líderes de CCOO y UGT. Méndez y Toxo no van a ser los principales perjudicados por esta reforma laboral. A ellos no los van a despedir con 20 días. Pero sí van a ser despedidos muchos de los empleados que acudan a su empresa para trabajar el 29 de septiembre. También lo serán muchos de los que sí harán huelga. La diferencia es que estos últimos luchan por evitarlo. Pero los que no se solidarizan con ellos se lo están poniendo todavía más fácil, si cabe, a las empresas. Se les podría llamar esquiroles, pero mejor diremos inconscientes.
Resulta curioso ver cómo hay tantos trabajadores con unas condiciones indignas de trabajo que son incapaces de entender que su situación actual no se debe a una confabulación de los astros o a una maldición etrusca. Somos los protagonistas de nuestro destino, y por tanto también los máximos responsables del mismo. En este país ha habido seis grandes reformas laborales en menos de 30 años. Todas y cada una de ellas han sido un mordisco detrás de otro a nuestros derechos. Y lamentablemente, este proceso no va a parar.
El gobierno ya ha admitido que esta reforma laboral no va a crear empleo. Por supuesto, es que no se trata de eso. Se trata de que nuestros derechos laborales valgan cada vez menos. Pero como nadie hace nada ante una cuestión tan evidente, y el personal prefiere esconder la cabeza y rezar para que no le toque, no nos quedará otra que acatar nuevas reformas laborales y nuevos abusos. Y mientras, echaremos la culpa a Méndez y Toxo, aunque sepamos que esta medida es un ataque no contra UGT y CCOO, sino contra toda la clase trabajadora.
Yo sí tengo muy claro que tengo mucho más en común con cualquiera de las víctimas de los despidos de UPS que con Méndez y Toxo. Simplemente porque sé que mañana me puede pasar lo mismo que a los hombres y mujeres de esta empresa de mensajería urgente. También tengo claro que esta reforma laboral no es el final de los abusos. Vivimos en un sistema corrompido por la peor de las avaricias, que es la que convierte a las personas en objetos. En cosas con las que se especula en ese mercado de trabajo en el que hemos pasado a ser un activo más de nuestra empresa, activo que debe cuadrar con sus beneficios a corto plazo para no ser desechado.
Pero hay quienes no nos resignamos a perder nuestra dignidad. Dignidad que es la dignidad de todos, ya que la responsabilidad que tenemos ante esta reforma laboral va mucho más allá de nuestra propia persona. Porque sabemos que también somos trabajadores de UPS y que el futuro de nuestros hijos dependerá de lo que hagamos nosotros antes. Así lo vamos a gritar en la próxima huelga general y siempre que podamos. Por eso somos invencibles, porque seguiremos luchando, pase lo que pase, tras el 29 de septiembre.
Daniel Jiménez. CGT Madrid.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
CHORIZADA POPULAR FRENTE AL CONGRESO: NOS HEMOS COMIDO TODOS LOS CHORIZOS
En la plaza de Cánovas del Castillo, junto al Hotel Palace, los sindicalistas han disfrutado de una barbacoa con chorizos y bebida, alimentos que compartían con los viandantes, a los que también han repartido octavillas en defensa del paro general del 29-S.
“Las consecuencias de esta reforma laboral no las van a sufrir las cúpulas de los dos grandes sindicatos mayoritarios. No son Méndez y Toxo los principales perjudicados. Ellos tienen garantizado de sobra su futuro. Las principales víctimas son más bien los trabajadores y trabajadoras de a pie que queramos defender nuestros puestos de trabajo, debido a que este nuevo marco legal nos deja mucho más indefensos frente a posibles abusos empresariales. Hay que ir a la huelga porque es un recorte de derechos para toda la clase trabajadora, mucho más que para los líderes sindicales”, ha explicado Daniel Jiménez, uno de los coordinadores de la campaña “Dímelo a la cara” contra los culpables de la crisis.
Por su parte, el secretario de Acción Social de CGT Madrid, Marcos Gutiérrez, ha realizado el siguiente llamamiento: “Desde CGT hemos convocado esta chorizada popular para señalar a uno de los principales culpables de la reforma laboral que acaba de ser aprobada, donde los trabajadores somos otra vez las víctimas y continuamos pagando el pato de la crisis creada por los grandes poderes políticos, empresariales y financieros. Hemos venido a Las Cortes para exhortar a sus señorías, y decirles que ya estamos hartos de pagar las consecuencias de un sistema injusto que cada vez nos empobrece más. Nosotros no tenemos la culpa de que dicho sistema haya reventado y por lo tanto no vamos a dejar que seamos nosotros, los trabajadores, quienes perdamos derechos sociales y laborales para sanear las cuentas de esos grandes poderes. Por eso CGT hace un llamamiento a toda la ciudadanía, migrantes o nativos, parados, jubilados, trabajadores públicos o de la empresa privada, para que acudan masivamente a la huelga general del 29 de Septiembre. Por nuestros hijos, por un futuro mas justo, contra los abusos del capital, por los millones de parados. Porque nosotros no somos culpables de esta situación y por lo tanto no debemos ser quienes la paguemos, ¡por el reparto del trabajo y la riqueza acude el 29-S!”.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Razones de un sindicalista de base para ir a la huelga general
No son las grandes cúpulas paniaguadas de los sindicatos de concertación los perjudicados por esta reforma laboral. No, el perjudicado eres tú, que tal vez trabajas en una subcontrata y te han echado al ser descubierto cuando querías montar un comité de empresa. O tu padre, que ha sido despedido a sus 50 años con 20 días de indemnización por año trabajo, en lugar de 45, ya que esta reforma laboral tiene efectos retroactivos. O tal vez sea tu hermana, a la que le han cambiado el horario de trabajo de buenas a primeras y ya no puede ver a sus hijos. El primer caso ha ocurrido toda la vida. Los otros ahora serán posibles tras la reforma laboral.
A finales del pasado año, mi comité de empresa, del que tengo el inmenso honor de forma parte, forzó un acuerdo con la dirección que permitió mejorar las condiciones laborales de gran parte de nuestros trabajadores. Este acuerdo mañana puede quedarse en agua de borrajas si la empresa dice que ha tenido un mal año, y poco importará que mientras tanto siga repartiendo dividendos y bonus a los señores que deciden nuestro destino. Así sucederá previsiblemente con los acuerdos y convenios colectivos en miles y miles de empresas, afectando tal vez a decenas o cientos de miles de trabajadores. Ellos, y no los liberados sindicales, ni Méndez, ni Toxo, son las víctimas de la reforma laboral. Y lo son porque aunque quieran defenderse, el nuevo marco legal no lo va a permitir.
A esos trabajadores que critican a los sindicatos tachándoles de gremio privilegiado les formularía la siguiente pregunta: ¿tú dejarías tus derechos laborales, que son los que te garantizan un trabajo digno, en manos de gente en la que no confías? Porque si no confías en los dos grandes sindicatos, puedes afiliarte a otras muchas centrales sindicales. Otra posibilidad sería cambiar desde dentro a esos dos grandes sindicatos mayoritarios. Posiblemente, si en lugar de la afiliación tan mínima que se registra en ellos, la inmensa mayoría de la clase trabajadora de este país estuviera activa y militante dentro de CCOO y UGT, sus cúpulas lo tendrían mucho más difícil para hacernos comulgar con ruedas de molino.
Pero los trabajadores no hacen ninguna de las dos cosas. No buscan otros sindicatos ni tampoco intentan afiliarse a los dos grandes para presionarles y obligarles a tomar otra dirección. En lugar de eso se queda viendo la televisión, y tragándose los tendenciosos mensajes de esos opinólogos y políticos que también están convenientemente paniaguados, todavía más que los sindicatos, por cierto, y que les inoculan ese brillante mensaje de “jodeos, liberados sindicales, que yo no voy a la huelga por esa reforma”. Por esa reforma que atenta contra vosotros, la clase trabajadora de este país, les falta añadir.
Nuestros padres consiguieron vivir mejor que nuestros abuelos. Pero mi generación, la nacida a partir de la década de los ochenta, va a vivir peor que la de nuestros padres. Y nuestros hijos e hijas, si es que aún quedan valientes que piensen que es viable ese lujo de tener hijos, sencillamente no tienen futuro. No tienen futuro porque hemos hecho todo lo posible para que no lo tengan. O mejor aún, no hemos hecho nada. ¿Hasta cuándo tiene que seguir cayendo vuestra dignidad para llegar al fondo del pozo? Esa sería la pregunta que yo me atrevo a lanzar a toda esta generación que asiste como espectadora a su propio despojo.
Pero algunos y algunas no nos resignaos, y aunque seamos pocos, allí estaremos con nuestra dignidad a cuestas el próximo 29 de septiembre. Intentando hacer nuestra la convocatoria. No de UGT, no de CCOO, ni siquiera de CGT, mi sindicato. La clase trabajadora de este país debe unirse sin fisuras de nuevo e intentar trascender y superar todas las siglas. La protesta debe ir más allá del día de la huelga general y seguir adelante. Comandada no por las cúpulas, sino por nosotros y nosotras, que somos las víctimas propiciatorias de esta reforma laboral. Salvo que volvamos a recuperar el timón de nuestras vidas. De ti, que estás leyendo esto, depende. Despierta y haz el favor de darnos, en primera persona del plural, un futuro en el que merezca la pena que vivan tus hijos.
Daniel Jiménez
CGT Madrid
jueves, 1 de julio de 2010
Todo mi apoyo a los trabajadores del Metro de Madrid
Pero para que una herramienta como esta triunfe, es indispensable que los trabajadores de otras empresas o sectores que no tengan nada que ver con el conflicto sientan como suyo el problema. Y entiendan además que los culpables de cualquier molestia o conflicto derivado de esta huelga no son los de su misma clase social, sino la patronal o la administración correspondiente.
Pero hoy día parece que estos planteamientos ya están más que olvidados. En un país con nueve millones de pobres, con un 20% de paro y con unos trabajadores que apenas llegan al mileurismo, por lo visto ya no existen las clases sociales, ni por ende la solidaridad de clase. Ahora el trabajador que llega tarde a su jornada por culpa de la huelga "salvaje" en el Metro piensa que el culpable es precisamente el huelguista, y no el gestor del servicio, esto es la empresa pública Metro de Madrid.
Es más, el trabajador que se siente indignado porque ha perdido un par de horas quiere que el huelguista sea despedido, es decir, pierda su trabajo, que es más grave que perder un par de horas. Si ese trabajador tuviera conciencia de clase, pediría en cambio la dimisión de Aguirre o de su consejero de Transportes.
Y la pediría por una sencilla razón:
El trabajador que no entiende esta huelga tampoco es capaz de reparar en otro hecho esencial. Esta huelga fue propuesta por los sindicatos, pero al final se ha llevado adelante porque la aprobaron la mayoría de los trabajadores en asamblea. Es decir, la inmensa mayoría de los más de 7.000 trabajadores de Metro, que por cierto no son funcionarios, sino personal laboral, y pueden ser despedidos, hicieron esta arriesgada apuesta. No estamos hablando de unos cuantos delegados sindicales, sino de la mayoría de la plantilla. Entonces, cabría preguntarle a ese trabajador desclasado si cree que todos estos miles de trabajadores son sencillamente unos cabrones insolidarios y unos privilegiados.
Por último, el trabajador, que no obrero, que pide la cabeza de los huelguistas no entiende tampoco la distinta posición de fuerza de unos y de otros. Por un lado tenemos a
Actualmente sufrimos una crisis que crearon los ricos y que estamos pagando los pobres. Nada nuevo en el horizonte, así fue desde que hubo patricios y plebeyos. Pero la novedad está en que ahora no hay conflicto entre las dos partes. El patricio vive feliz tras haber conseguido dividir a los plebeyos y ver cómo estos se machacan entre sí y compiten por sus migajas de pan. Y cada vez les tiene que echar menos migajas para que sigan compitiendo, por cierto.
En los últimos meses se han sucedido huelgas y protestas en Francia, Grecia o Italia por los planes de recortes motivados por la crisis. En ninguno de estos países parece que se vaya a conseguir nada. En cambio, unos trabajadores madrileños han conseguido poner en jaque a Esperanza Aguirre, política que representa tal vez mejor que nadie en este país esa forma de entender la política y la economía que nos ha llevado a esta crisis. Si estos trabajadores consiguieran vencer en el conflicto de Metro, sería la primera vez en España, y tal vez en Europa, que se consigue echar atrás esta política de que paguen los pobres por los desvaríos de los ricos.
Pero podría darse la terrible circunstancia de que, a pesar de esta emblemática victoria, los trabajadores no implicados en el conflicto siguieran pidiendo la cabeza de los huelguistas. Esto demostraría que ya hemos salvado los pocos pasos que nos faltaban para llegar a la sociedad orwelliana, y que el trabajador ha dejado de ser un hombre para convertirse en un rehén, pero no de los huelguistas, precisamente, sino de sus propios explotadores.
Yo por mi parte lo tengo muy claro, y sé que a quien tengo que señalar con el dedo por lo sucedido en el Metro es a esos que nos gobiernan, pero que nos han dejado de representar. Y también tengo muy claro que la lucha de los trabajadores del Metro es mi propia lucha, y es la primera de muchas luchas que tienen que venir, si somos capaces de recuperar la dignidad.
Dignidad que a vosotros, trabajadores del Metro, os sobra a raudales. Vuestra fuerza es nuestra inspiración. Vuestro ejemplo es el futuro de todos. Siempre con vosotros, siempre unidos, así sólo podemos vencer. Muchas gracias, de todo corazón.
Daniel Jiménez, delegado sindical y activista de los movimientos sociales
sábado, 26 de junio de 2010
martes, 22 de junio de 2010
El vídeo de ayer
lunes, 21 de junio de 2010
Carta abierta a Gerardo Díaz Ferrán… y a todos los demás
Señor líder de la patronal:
Hoy estamos aquí, ante la sede de su organización, con la finalidad de entregarle esta invitación para participar en la manifestación que se celebrará también en este mismo lugar el próximo sábado, 26 de junio, a las 19 horas. Ese día nos gustaría contar con su presencia para que nos dijera a la cara a los presentes, la clase trabajadora de este país, qué es lo que tenemos que seguir perdiendo para que ustedes continúen aumentando sus ya importantes privilegios.
Somos conscientes de que piensa rechazar nuestra propuesta. No se preocupe, su presencia tampoco nos es grata. Sin embargo, no nos dirigimos a usted por ningún tipo de animadversión hacia su persona. Si no fuera usted el presidente de la CEOE, su puesto lo ocuparía otro empresario con un perfil muy parecido. Tal vez sería alguien que gestionara mejor sus propias empresas, aunque no necesariamente. Los grandes empresarios no suelen ser buenos gestores. Lo que les caracteriza más bien es que saben sacar provecho de la ruina ajena. Por eso usted los representa tan bien.
Cuando usted dice que debe abaratarse nuestro despido y que nuestras cotizaciones sociales tienen que ser recortadas, sabemos que está formulando algo más que el punto de vista de la patronal. Rendido como está este gobierno a los poderes financieros y empresariales, y ante la absoluta falta de legitimidad social de los sindicatos mayoritarios, somos conscientes de que nos está anunciando lo inevitable. Al menos mientras no consigamos cambiar las cosas. Para eso estamos aquí, porque no todos y todas nos hemos rendido, señor Díaz Ferrán.
También queremos recordar, no sólo a usted, sino también a esos que se dicen socialistas, que tanto caso le han hecho finalmente, que cuando se insiste machaconamente en esa vergonzosa propaganda de que “hay que arrimar el hombro”, lo que nos están pidiendo son sacrificios a los ya sacrificados. En este país hay más de nueve millones de pobres. De nuestros socios comunitarios, sólo nos superan Grecia y Portugal en este vergonzoso apartado.
A estos hay que sumar a los privilegiados que tienen el lujo de ser explotados en un trabajo. Dentro de este grupo, los mileuristas y minusmileuristas suponen la gran mayoría, y a ellos hay que sumar a esos más de cuatro millones de parados, a sabiendas de que posiblemente sean muchos más.
Es decir, España es un país compuesto por pobres, parados y por personas que, aunque ganan un salario, difícilmente pueden sufragar sus necesidades básicas con el mismo. Nuestros gobernantes piden que arrimemos el hombro, pero ellos jamás se arriman a nuestra realidad. Ni siquiera la tocan con la punta de los dedos.
Usted también sabe, señor líder de la patronal, que el verdadero objetivo de esta reforma laboral no es crear empleo. Algunos ingenuos probablemente habrán picado, pero no Díaz Ferrán. Los grandes empresarios saben que en un país donde se despide tanto, el despido no puede ser el problema.
Esta reforma lo que busca es simplemente que ustedes todavía lo tengan más fácil para seguir acumulando sus beneficios sin tener que reparar en molestas leyes laborales. En realidad este es su único estorbo, ya que hace tiempo se deshicieron de sus últimos escrúpulos morales.
El verdadero objetivo de esta reforma es que los empresarios puedan ganar todavía más, y por tanto tengan más dinero para apostar en esa ruleta de la especulación que es la economía global. Lo malo es que tener más dinero para la ruleta no garantiza el éxito en el juego. La bolita, que casi siempre está trucada por la banca, que es la dueña del casino, puede volver a traicionarles.
Pero no se preocupen, señores del casino, en caso de que la ruleta falle, la clase trabajadora volverá a ser la que pague su ludopatía, si hace falta con más reformas laborales. Ya llevamos seis en menos de 30 años. Todas y cada una de ellas han sido fieles a la ortodoxia neoliberal. Sin embargo, la fe en el mercado no ha conseguido solucionar el problema del empleo en este país. Tal vez porque en realidad no se trataba de eso.
Mientras tanto, la ruleta sigue girando, y en ella está en juego algo más que la codicia de ustedes. También se juega nuestro futuro. Por eso no nos vamos a callar. Algún día asaltaremos el casino y dejará de ganar siempre la banca. Aunque usted no quiera decirnos nada a la cara, señor Díaz Ferrán, nosotros no vamos a dejar de mirarles a ustedes. Todavía no se ha acabado el juego, y no tenemos ninguna intención de dejar de jugar.